Isabel llegó hace menos de un año a Santander. Aún está descubriendo sus calles, sus dinámicas y a las personas que la habitan. Como estudiante de Biomedicina y recién llegada desde otro país, su día a día está lleno de aprendizajes, pero también de retos: adaptarse, conocer nuevos entornos y, sobre todo, encontrar su lugar.
Cuando se apuntó al taller de Activando Salud, lo hizo por interés en ampliar su formación, pero también con curiosidad por acercarse al barrio desde otra perspectiva. Lo que no esperaba era que esta experiencia se convirtiera en una herramienta clave para comprender mejor tanto los derechos que le asisten como los recursos comunitarios que la rodean.
Asistir a este taller me ha servido mucho para aprender sobre derechos humanos, ya que no sabía nada al respecto, ni de definiciones ni de términos legales. Pienso que eso tal vez lo enseñarán más en otras carreras, como Derecho, y no tanto en la mía, que es Biomedicina.
Más allá del contenido teórico, Isabel destaca el valor de lo vivencial: recorrer el barrio de la mano de sus propias vecinas y vecinos, escuchar las historias de quienes llevan años construyendo comunidad, recibir recomendaciones sobre centros culturales, asociaciones y espacios de encuentro que ni siquiera sabía que existían. Todo esto lo ha ido anotando cuidadosamente, sabiendo que no solo le sirve para orientarse, sino también para seguir formándose de manera integral.
Me ha servido saber qué activos de salud hay en el barrio a través de los mismos vecinos. He ido tomando apuntes de todo, y eso es muy útil también para mi formación continua.
Pero su implicación no se queda ahí. El taller también le despertó una inquietud nueva: ¿cómo motivar a otras personas a implicarse en procesos similares? ¿Cómo lograr que compañeros de clase participen en actividades comunitarias que trascienden lo académico? Isabel reconoce que, aunque le gustaría promover este tipo de iniciativas entre su entorno, también identifica barreras: la falta de tiempo, el desconocimiento, la percepción de que lo «extradisciplinar» no es prioritario.
Soy capaz de pedir a la gente que hagan mapeos de activos de salud, pero tendría que reforzar mis habilidades para convencerles de que se adhieran al programa. Creo que sería difícil lograr compromiso, aunque me encantaría difundirlo entre mis compañeros.
Su historia refleja bien lo que significa activar salud desde lo personal y lo colectivo: abrirse al aprendizaje, conectar con el territorio, reflexionar sobre la participación, y también identificar qué herramientas necesitamos desarrollar para ser agentes de cambio.
Su testimonio es un recordatorio de que, cuando los espacios comunitarios se abren al diálogo y al reconocimiento mutuo, se convierten en verdaderas escuelas de ciudadanía.