Valeria llegó al barrio de Entrehuertas (Santander) hace seis meses, con la intención de integrarse y conocer mejor su nuevo entorno. Desde el principio, decidió sumergirse en el mapeo de activos de salud que se estaba llevando a cabo en la comunidad, una experiencia que compartió tanto con profesionales del ámbito social y sanitario como con un nutrido grupo de mujeres mayores vecinas del barrio.
Lo primero que hice fue empezar a pasear por las calles, descubrir por mí misma los diferentes entornos y espacios del barrio
A través de esos paseos, pudo conocer los recursos y activos de salud del barrio, los cuales, al ser identificados con la ayuda de la comunidad, le permitieron constatar su existencia y accesibilidad.
Lo que más la sorprendió, sin embargo, fue cómo esta participación en el mapeo le permitió no solo conectar con el entorno físico, sino también con las personas.
He conseguido hacer amistades, contactos, me llevo teléfonos de personas… Ha sido como un networking natural, pero lo más bonito es lo que hemos compartido.

Además de los intercambios informales, Valeria subraya la importancia de los debates y las conversaciones que surgen cuando nos damos tiempo para escuchar y compartir ideas. «Nos hemos sentado a hablar, hemos tomado churros, hemos paseado… y de esos momentos surgen temas importantes, propuestas de mejora, debates enriquecedores», reflexiona. Para ella, esta es una forma de crear una «red sana y enriquecedora» que va más allá del simple contacto, fomentando la colaboración y el apoyo mutuo.
El impacto que ha tenido esta experiencia en su vida ha sido profundo. «Estoy maravillada con este espacio y agradezco mucho la oportunidad de haber podido participar», afirma Valeria. Para ella, el mapeo de activos de salud no solo ha sido una herramienta para conocer mejor el barrio, sino también un proceso de crecimiento personal y colectivo, donde se aprende, se conecta y se aporta al bienestar común.