Diario

Sanar para liderar: la historia de Viviana

Antes de formar parte del equipo dinamizador del proyecto de salud integral, Viviana vivía con una carga emocional profunda. Dolor, tensión y necesidades personales no resueltas marcaban su día a día. “Me encontraba cargada de situaciones muy personales… con mucho dolor”, recuerda. Su voz transmite no solo el peso de lo vivido, sino también la urgencia de encontrar un espacio para sanar.

Fue esa necesidad de sanación lo que la llevó a involucrarse en el proyecto. Ya había participado en la fase anterior, y sabía que lo que venía podía ser transformador. “Me ayudó demasiado… en cada dificultad, en cada cosa por mejorar, por solucionar, por aprender”, afirma con convicción. El proyecto no solo le ofreció herramientas, sino también un lugar seguro para reconstruirse.

Viviana no solo sanó: también emergió como una líder. “Sí, me llena de fuerza, de conocimiento, de apoyo… puedo compartir con otras compañeras lo vivido”, dice. Su liderazgo no se basa en la perfección, sino en la honestidad. En una sesión de yoga, compartió una experiencia personal que le dolía profundamente. Al expresarla, se dio cuenta del daño que le estaba causando. “Me desahogué… y las otras compañeras se identificaron. Empezaron a expresar sus vivencias, sus situaciones cargadas de dolor”. Ese momento fue un punto de inflexión: su vulnerabilidad abrió la puerta a la sanación colectiva.

Entre las herramientas emocionales que le quedan del proyecto, Viviana destaca la tranquilidad, la tolerancia y la capacidad de aceptar que los conflictos no siempre son personales. “Me fortalece… me da bienestar. Y puedo brindar eso mismo a una compañera, a cualquier persona: cariño, amistad sincera, atención”. En momentos difíciles, estas habilidades le han dado seguridad y han fortalecido los lazos con sus compañeras. “Una se descarga, se acepta… y va quitándole poder a esa dificultad”.

Viviana también ha incorporado prácticas concretas como la respiración consciente y el yoga. “Ahora me tranquilizo… analizo antes de hablar, pienso antes de ofender. Respiro profundo, me relajo, hago ejercicio por mí y para mi salud”. Estas disciplinas no solo le han dado herramientas para gestionar la ira, sino que le han devuelto la sensación de estar completa, tranquila y entregada a su proceso.

Al mirar atrás, Viviana sabe que necesitaba este proyecto. “Sabía mis necesidades… y el proyecto me ayudó a cumplirlas”. Su mensaje para otras mujeres migrantes es claro y urgente: “Que por favor lo realicen. Es una necesidad vital. Los traumas, los dolores que arrastramos desde la infancia nos marcan… y a veces no queremos soltarlos. Pero sí o sí lo necesitamos. Es fundamental para fortalecernos, aceptarnos, cuidarnos y pensar en nosotras”.

Viviana ha cambiado. Ha mejorado. Y con su historia, invita a otras a hacer lo mismo.